Katmandú y el Valle de Katmandú
La capital de Nepal, en conjunto con el resto de ciudades-estado, pueblos medievales, templos sagrados y campos de cultivo del valle que le acoge, constituyen un compendio magnífico de gran parte de la historia, cultura y arquitectura del país. Es imposible exagerar la belleza y el valor patrimonial que se atesora en el valle de Katmandú, y lo inabarcable que resulta intentar visitar todos sus atractivos. Incluir los siete sitios declarados como Patrimonio de la Humanidad por Unesco es de por si una faena que toma al menos 2 días completos, al que conviene agregar un tercer día con tal de ir con menos prisa y tener tiempo de incluir un par de pueblos “newa” menos turístico
El casco antiguo de Katmandú, organizado alrededor de su Plaza Durbar, traducido como Plaza del Palacio (conjunto declarado Patrimonio de la Humanidad) es un conglomerado de soberbios templos y edificios que exaltan la obra de los arquitectos y artesanos newa, la principal etnia del valle de Katmandú. La lista de monumentos y templos de interés es larguísima, pero tiene como guinda el famoso Palacio Kumari
(Kumari Bahal), un edificio de tres plantas de ladrillo rojo es el hogar de la “kumari”, la niña elegida para personificar a la diosa viviente de la ciudad, hasta que alcanza la pubertad, quien se deja ver cada mañana y tarde. El Kasthamandap
no destaca tanto por su belleza, pero es probablemente el edificio más antiguo de la ciudad (siglo XII), mientras que el Maju Deval, templo consagrado al dios Shiva, destaca por su gran tamaño y triple techumbre, y su enorme actividad. Por su parte, el Hamuman Dhoka, es un conjunto palaciego convertido en museo, que incluye hasta 10 patios interiores (originalmente llegó a tener 35) y un gran número de edificios y salones reales, templos, torres y hasta un museo.
El Templo de Swayambhunath
(Patrimonio de la Humanidad), es un templo budista también conocido como “templo de los monos”, en referencia a la gran cantidad de simios que habitan en el bosque que cubre la colina sobre la cual se encuentra el complejo, cuyo principal reclamo es una enorme estupa budista, coronada por una aguja dorada pintada con los ojos de Buda oteando hacia los 4 puntos cardinales. Unos ojos que representan una de las imágenes más populares de ver en distintas expresiones artística de la ciudad. Toda la colina que alberga el conjunto está salpicada de pequeños templos y capillas con imágenes de Buda, y sobre la cima de la colina, alrededor de la estupa, se encuentran monasterios budistas e incluso templos hindúes que alimentan una amalgama fascinante y caótica de iconografía budista e hindú.
El Templo de Pashupatinath
(Patrimonio de la Humanidad), situado a orillas del río sagrado Bagmati, es el principal templo hindú en Nepal. A pesar de que se encuentra muy cerca del aeropuerto de Katmandú, y las aguas del río corren muy contaminadas, este sitio es el epicentro del fervor no solo de los hindús locales, sino que también de peregrinos venidos de India, incluidos muchos sadhus y santones que agregan su peculiar punto excéntrico al lugar. En los ghats del complejo se realizan cremaciones de forma continua, e incluso la familia real utiliza una sección privada de las escalinatas para cremar a sus miembros. Aunque los no-hindús no pueden acceder al interior del templo principal, la visita al complejo está plenamente justificada.
La Estupa de Bodhnath (Patrimonio de la Humanidad) es un lugar mágico, inigualable, que resuman una profunda paz y una enorme energía aportada por el fervor de los monjes tibetanos, vecinos, peregrinos y curiosos que se congrega a diario alrededor de la estupa budista más grande de Asia. Importante parada en la ruta comercial entre Tíbet y Nepal, los comerciantes tibetanos solían rezar aquí antes de emprender su regreso a su país. Hoy la mayoría de vecinos son refugiados tibetanos, que junto a la docena de monasterios budistas tibetanos, conforman uno de los últimos y más genuinos refugios de la cultura tibetana en el mundo.
El templo de Budhanilkantha, aunque no forma parte de la lista de la Unesco, destaca por su autenticidad, y el fervor de los peregrinos que acuden a rezar y entregar sus ofrendas a la enorme imagen, de 5 metros y tallada en piedra negra, del dios Vishnu. Este, representado en su forma de “narayan”, creador de la vida, se encuentra “flotando” sobre las aguas de un estanque, las cuales representan el mar cósmico.
El Templo de Changu Narayan (Patrimonio de la Humanidad), se encuentra sobre una empinada colina que domina la vista sobre Katmandú y el valle, y representa uno de los ejemplos más notables de la arquitectura y tallas de la época de la dinastía Licchavi, que gobernó en el valle entre los años 400 y 750. El templo, en forma de pagoda, está profusamente decorado por sus cuatro costados con tallas muy elaboradas de deidades hindús, donde resaltan las alusiones a Vishnu, a quien está consagrado el templo. Es un excelente lugar para ver el atardecer sobre la ciudad.
La Plaza Durbar de Patan (Patrimonio de la Humanidad), fue antaño una próspera y orgullosa ciudad-estado, independiente de Katmandú, y la belleza, junto al valor artístico y patrimonial que testimonian esos años de opulencia y poder, dejan boquiabiertos al visitante. No por nada a esta ciudad se le conoció bajo el nombre de Lalitpur, traducido como la Ciudad de la Belleza. En el casco antiguo, organizado alrededor de la Plaza Durbar, destacan el Palacio Real
(siglo XIV), con sus patios y templos interiores, profusamente decorados con tallas en madera, y el Museo de Patán, en la antigua residencia de los reyes Malla, en cuyo interior se alberga la que tal vez sea la mejor colección de arte religioso de toda Asia. La lista de templos a destacar es demasiado larga, pero, además de los edificios más llamativos y obvios de la plaza Durbar y sus inmediaciones, caben destacar los pequeños “templos comunitarios” que se hayan en los patios vecinales, los cuales resuman autenticidad y armonía. Entre ellos destaca el Templo Dorado
(Kwa Bahal), un impresionante templo y monasterio budista del siglo XII escondido entre una maraña de estrechos pasajes.
La Plaza Durbar de Bhaktapur (Patrimonio de la Humanidad), es la tercera de las ciudades-estado medievales que se hayan en el valle de Katmandú. Y tal vez sea la mejor conservada de las tres. Si Patán es conocida por la ciudad de la belleza, Bhaktapur es conocida por ser la ciudad preferida de los devotos. En su apogeo, a fines del siglo XV, Bhaktapur llegó a albergar hasta 172 templos y monasterios, y centenares de albergues y pozos para satisfacer las necesidades del incesante flujo de peregrinos. Gracias a la enorme riqueza de sus sucesivos reyes, la ciudad cuenta con hasta 3 plazas mayores; Taumadhi
Tole, Plaza Durbar
y Tachupal Tole. Como es de imaginar, el número de templos, palacios, monumentos y estatuas es inabarcable, y fácilmente la visita a Bakhtapur puede tomar un día entero.
Kirtipur, Bungamati
y Khokana
son solo tres ejemplos de pueblos medievales fuera de los circuitos turísticos pero que vale la pena visitar pues constituyen ejemplos genuinos del arte newa, y permiten echar un vistazo a la vida cotidiana de los habitantes del valle. Todos ellos cuentan con su plaza mayor, rodeada de templos y monumentos, pero su nivel de reconstrucción tras el terremoto de abril del 2015 es muy inferior al experimentado por los sitios reconocidos por la Unesco, debido a la falta de medios. Además, lamentablemente muchas de las casas antiguas construidas al estilo newa y profusamente decoradas con tallas en madera, están siendo levantadas de cualquier manera, certificando la pérdida de parte del patrimonio cultural e histórico de una parte del país.
Por otra parte, Nagarkot
y Dhulikhel
son dos estaciones de montaña muy populares para alojarse por al menos una noche para apreciar los atardeceres y amaneres sobre las cumbres nevadas del Himalaya. Ambos quedan a poca distancia del centro del valle, aunque actualmente el acceso a Nagarkot es más simple y directo que a Dhulikhel.
Trayecto entre Katmandú y Pokhara (y Chitwan)
En el camino que une el valle de Katmandú con Chitwan y Pokhara destaca el Templo de Manakamana, situado en la cima de una colina a la que se accede en teleférico desde el pueblo de Cheres (100 km al oeste de Katmandú, y a 5 km del pueblo de Mugling, donde la carretera se divide entre quienes se dirigen al sur (PN Chitwan) y quienes siguen al oeste (Pokhara)). Con impresionantes vistas sobre el valle del río Trishuli, a este templo hindú del siglo XVII, consagrado a una encarnación de la diosa Parvati, consorte de Shiva, acuden miles de devotos diariamente a pedir sus favores. Fuera de los circuitos turísticos, este templo y su entorno sin duda merecen la visita. Esta sección del río Trishuli es además muy popular para los amantes del rafting, y en la zona existen también buenos senderos para caminar y visitar aldeas y campos de cultivo. Incluso es posible dormir en un par de buenos alojamientos a orillas del río.
Bandipur, encaramada alrededor de la cresta de una montaña, a 150 km al oeste de Katmandú (y a 75 km de Pokhara) es un museo abierto de la cultura y arquitectura newa. A pesar de su cercanía a la capital y a Pokhara, esta ciudad no se suele incluir en los circuitos turísticos, lo que le ha permitido mantener su atmósfera local, auténtica. Su entorno natural, rodeada de bosques y campos de cultivo colgando de la ladera de las montañas, es idílico, ofrece una parada muy recomendable entre quienes viajan entre ambas ciudades. Y, para quienes huyen del turismo de masas y quieren experimentar la vida cotidiana de una pueblo nepalí, Bandipur es el refugio perfecto para pasar varios días.
Llanuras del Terai
Esta es una estrecha franja de llanuras de clima cálido y lluvioso que cae el sur de Nepal, a lo largo de la frontera con India, y es de suma importancia para el país y su economía. En este territorio vive más de la mitad de la población del país, divididos en una serie de grupos étnicos muy distintivos, como son los Tharu, con sus casas de adobe y paja, y los Mithila, reconocidos por su arte.
Alberga, además, al fascinante Parque Nacional Chitwan
(Patrimonio de la Humanidad), hogar de tigres de bengala, elefantes asiáticos y el famoso rinoceronte indio de un cuerno. La reserva, creada en 1973, protege 932 km cuadrados de bosques, pantanos y praderas, donde habitan más de 50 especies de mamíferos y hasta 450 especies de aves. Además de los animales mencionados, en el parque se encuentran distintas especies de ciervos y monos, cocodrilos, osos perezosos, jabalíes y hienas.
Como es de esperar, el avistamiento de animales salvajes es el gran reclamo del parque, y los mejores lodges de la región ofrecen sus propios tours con guías expertos en la observación de fauna. Aquellos lodges más lujosos, situados dentro del parque, son los que mejores avistamientos registran, mientras que aquellos que se sitúan fuera del parque, en los alrededores de Sauraha, a orillas del río Rapti, tienen un ´record menor son ostensiblemente mas económicos y de más fácil acceso.
Sin embargo, además del avistamiento de animales, la zona aledaña a los límites del parque ofrece la posibilidad de disfrutar de otro tipo de actividades, como son las visitas culturales a museos y poblados Tharu, caminatas, bicicleta de montaña y piragüismo.
Otros de los lugares icónicos situado en las llanuras del Terai es Lumbini
(Patrimonio de la Humanidad), lugar de nacimiento de Siddharta Gautama, el Buda. Situada a 150 km al oeste de Chitwan y a 200 km al sur de Pokhara, este histórico lugar cae a pocos kilómetros al norte de la frontera con India, y atrae a muy pocos turistas extranjeros. Sin embargo, su importancia religiosa e histórica le ha valido entrar en la lista la Unesco, y constituye una visita muy valiosa que considerar en cualquier viaje a Nepal. Su atracción principal es el templo de Maya Devi, donde el príncipe Siddharta nació, y que hoy forma parte de un gran parque en el que se encuentran el pilar que el emperador Ashoka habría ordenado levantar en honor y recuerdo de Buda, así como restos de antiguas estupas. La zona aledaña al templo se encuentra salpicada de monasterios y templos construidos por las distintas naciones budistas del mundo en su propio estilo arquitectónico tradicional. La presencia de peregrinos y monjes budistas de distintos países del mundo añaden un encanto e interés especial a toda la zona.
Pokhara
Esta es una idílica y pequeña ciudad situada junto a un hermoso lago y rodeada de colinas verdes cubiertas de bosque, tras las cuales se asoman imponentes las cumbres nevadas del Himalaya occidental. Este remanso de paz, a pesar de la presencia cada vez mayor de turistas reflejada en la gran cantidad de hoteles, restaurantes bares y tiendas, mantiene su carácter provinciano, hospitalario, a la vez que ofrece la base perfecta para explorar sus atractivos o descansar al terminar un trekking.
Sin duda que su mayor atractivo es el bucólico lago Phewa, donde son muy populares los paseos en bote al atardecer, pero la ciudad también cuenta con un interesante casco antiguo, donde destacan el mercado de alimentos y el templo Bindhabasini, dedicado a Durga, la encarnación guerrera de Parvati. A orillas del lago se hayan las imponentes cascadas de Devi, a pocos metros del desagüe del lago, y la cueva de Gupteshwor Mahadev, la cual alberga un lingam de Shiva y permite el acceso subterráneo a la parte inferior de las cascadas de Devi. Finalmente, otros atractivos de orden cultural son los asentamientos de refugiados tibetanos, y la “estupa de la Paz” (Shanti Stupa), un regalo de la comunidad budista japonesa Nipponzan Myohoji a la ciudad, situada en lo más alto de la colina Anadu. Además del significado religioso y arte de la estupa y sus figuras, el lugar es famoso porque domina una vista impresionante sobre Pokhara, el lago Phewa y las cumbres del Himalaya. Mención aparte merece Sarangkot, un “barrio” situado a 10 km del centro de Pokhara, desde donde se disfrutan de unas vistas inolvidables al macizo del Annapurna y Dhaulagiri, ambos sobre los 8000 metros de altitud, y a la preciosa pirámide del Machhhapucchare, una montaña sagrada que nunca ha sido escalada. Este es un lugar muy popular para observar el amanecer, o el atardecer, sobre todo durante la temporada seca del año (octubre-abril).
Circuito al norte de Pokhara y Bajo Mustang
Siguiendo la pista (a trechos asfaltada) que sale desde Pokhara hacia el norte y que transcurre al costado (y a ratos sobre) los antiguos senderos utilizando antaño por los lugareños, es posible acceder a paisajes y pueblos antológicos, hasta hace pocos años solo accesibles a pie y solo conocidos por los senderistas que completaban la mitad occidental del famoso trekking “Circuito de los Annapurna”. A partir de la caótica ciudad-bazar de Baglung, a 80 km de Pokhara, la pista corre al costado del río Gandaki, encajonado en su estrecho e impresionante cañón, hasta alcanzar el paisaje lunar propio del altiplano tibetano, hogar de una docena de entrañables pueblos en los que perdura con muy buena salud la cultura tibetana.
Antes, a 50 km al norte de Baglung, se encuentra Tatopani, famoso por sus aguas termales, que antaño representaban una escala obligada para los senderistas, donde podían descansar sus doloridos músculos y huesos. Hoy, es posible parar brevemente, o dormir una noche en un moderno hotel recién terminado, y disfrutar de los baños termales al atardecer. 30 kms más al norte, el camino atraviesa un cañón situado entre el Dhaulagiri (867 msnm9 y el macizo de los Annapurna, en el que es considerado como el desfiladero más profundo del mundo.
A partir de este punto, el verde y exuberante paisaje de montañas cubiertas de bosques siempre verdes cambia a uno de rocas y laderas agrestes, hogar de una comunidad de clara ascendencia tibetana y de sus evocadores poblados. Son muchas las aldeas a destacar, pero mención aparte merecen las aldeas de Tukuche, Marpha, Thini
y Kagbeni, esta última quizás la más icónica y remota, situada a la entrada de un nuevo territorio, conocido como el valle de Mustang. Cerca de Kagbeni, se encuentra Muktinath, hogar de un importantísimo templo y lugar de peregrinación hindú, cuya afluencia de devotos le ha hecho perder autenticidad al pueblo, pero cuyo templo es imprescindible visitar.